Jim Garcia
Eres inspiración para los caminos que nunca elegiré ser…
viernes, 26 de julio de 2019
viernes, 26 de octubre de 2018
2 horas de show con lo mejor de la banda inglesa que tú no puedes dejar pasar.
El ingreso es libre, los esperamos.
Este jueves 15 de noviembre, Siente el espíritu Floydiano con la Banda Soul, que nos ofrecerá un gran tributo a la legendaria banda Pink Floyd a puertas del concierto de Roger Waters en Lima.
2 horas de show con lo mejor de la banda inglesa que tú no puedes dejar pasar.
El ingreso es libre, los esperamos.
viernes, 16 de febrero de 2018
lunes, 1 de septiembre de 2014
Pink Floyd
Pocas bandas provocan reacciones
tan enfrentadas. Desde sus comienzos en la escena underground londinense hasta
su ascenso al Olimpo del rock, Pink Floyd han sido objeto de minuciosos
análisis. Su carrera daría sin duda para varios tomos de sesuda reflexión.
Ninguneados por el movimiento punk (algunos recordarán esa camiseta de Johnny
Rotten con el lema “I Hate Pink Floyd”) y alabados por los amantes del rock de
altos vuelos, la banda inglesa ha conseguido con los años convertirse en parada
obligatoria de todo aquel que quiera comprender ese punto de inflexión que
supuso en la música popular el final de los años sesenta y el comienzo de los
setenta.
Su historia da comienzo en 1965,
en los ambientes universitarios de Londres para, dos años después, convertirse
en una de las principales atracciones del club UFO, lugar de freaks, minifaldas
y demás buscadores de nuevas experiencias. De estas noches saldrían piezas como
Interstellar Overdrive que conformarían el grueso de un primer álbum, en el que
muchos verían la deriva psicodélica del movimiento que habían comenzado los
Beatles con su Sgt. Pepper. Poco le duraría la sonrisa al grupo.
Apenas un año después de firmar
su primer contrato discográfico perdían a Syd Barrett, su motor compositivo,
por culpa de los excesos del LSD. Comenzaba el camino por el desierto de una
banda empeñada en alcanzar la fama y el éxito. El primer impulso fue apartar a
Barrett del grupo y sustituirlo por el guitarrista David Gilmour. Con él Pink
Floyd alcanzarían las mayores cotas de popularidad, sobre todo tras la
publicación de un disco como Dark Side Of The Moon, que permanece aún hoy como
obra fundamental de su carrera. Pero antes de lograr la cuadratura del círculo
el grupo se las vio y las deseó para conseguir que la crítica y el público les tomaran
como algo más que la formación que perdió a su cantante por culpa de las
drogas.
El punto de inflexión llegaría
con Meddle y, sobre todo, con Echoes, protagonista indiscutible del vinilo de
1971 con sus veintitrés minutos y medio de extensión. Algo que no debió de
sorprender en su momento a los seguidores de la banda, acostumbrados a los
grandes dispendios. De hecho, la cara A de su anterior álbum se componía
exclusivamente de una canción que superaba en el cronómetro esa marca. Atom
Heart Mother había sido uno de los primeros intentos por unir el talento de
Waters, Mason, Wright y Gilmour en una misma composición. El resultado fue un
álbum irregular, recibido de manera tibia por la crítica y del que el propio
cuarteto terminaría renegando años más tarde.
Muy diferente fue el caso de
Echoes. Con esta pieza Pink Floyd parecían encontrar por fin la fórmula que
llevaban buscando desde la salida de Barrett. Una senda que cruzara sus ansias
de experimentación con el rock del momento. No hay que olvidar que, el mismo
año que se editaba Meddle, salía al mercado el Sticky Fingers de los Rolling,
el debut en solitario de George Harrison y el Who’s Next de The Who, por poner
sólo unos cuantos ejemplos. La resaca de los años sesenta comenzaba a dar sus
frutos. También en el caso de los Floyd, que parecían salir de ese sonido
gélido y distante de álbumes como Ummagumma o A Saucerful of Secrets.
La música de los dioses
La confirmación de este giro
llegaría en 1972 con la grabación de Live At Pompeii. La cinta, considerada hoy
de culto, mantiene todavía un aura de misterio difícilmente comparable con
otros largometrajes musicales. La idea de colocar a los Pink Floyd en medio del
anfiteatro de Pompeya y esperar a que surgiera la magia chocaba frontalmente
con la moda de la época. Si en 1970 la película consagrada al festival de
Woodstock había sentado cátedra como película de directo, Live At Pompeii
caminaba en una dirección totalmente opuesta. “Una película Anti-Woodstock”
diría más tarde el propio director. Nada de público ni de comunión rock, lo que
Maben ofrece en su debut como cineasta es la música de Pink Floyd en mitad de
las ruinas de Pompeya. Sin más alicientes ni añadidos.
No obstante, en sus inicios, el
proyecto pudo haber tomado un rumbo muy distinto. Seducido por la idea de hacer
una película sobre los Floyd -a pesar de desconocer en gran medida su música-,
a finales de 1970 Maben descolgó el teléfono para lanzar la propuesta a Steven
O’Rourke. El manager de la banda se mostró en un primer momento dispuesto a
grabar la cinta, así que cuando Maben insistió unos meses después, decidió
arreglar una reunión entre ambos en Londres con la inclusión de David Gilmour.
De este encuentro saldría un boceto cinematográfico que consistía en mezclar la
música de Pink Floyd con diversas imágenes inspiradas en el arte contemporáneo.
Principalmente de artistas como Magritt o Christo.
El matrimonio artístico no
pareció convencer a nadie –de “horrible” la calificaría más tarde el propio
Maben-, permaneciendo en el limbo hasta mejor oportunidad. Sin embargo, el
proyecto seguía dando vueltas en la cabeza del director. Esa misma primavera
Maben viajó a Italia para disfrutar de unas vacaciones junto a su pareja. Un
periplo turístico en el que no podía faltar una visita a la ruinas de Pompeya.
Fue allí donde la casualidad quiso que el cineasta olvidara su pasaporte en las
gradas del anfiteatro. Cuando Maben se dio cuenta del despiste decidió volver
inmediatamente al lugar esperando encontrar el documento. En ese momento eran
cerca de las 8 de la tarde y el sol se estaba poniendo sobre las ruinas. Una
luz casi celestial y un silencio sobrecogedor cubrían el anfiteatro.
Cuentan los libros de historia
que Pompeya era una de los puertos comerciales más importantes de la Roma
imperial. Situado a las faldas del Vesubio y en una zona de gran actividad
sísmica, la ciudad sufrió un terremoto en el año 62 que provocó serios destrozos
en sus edificios. No obstante, no sería hasta 17 años más tarde cuando se
produciría la histórica tragedia que acabaría para siempre con su esplendor. A
finales del año 79 se produjo la famosa erupción del Vesubio que sepultó
prácticamente por completo la ciudad. Los edificios se cubrieron de ceniza y
cientos de ciudadanos murieron bajo la lava del volcán. Por suerte, muchas de
las ruinas se mantuvieron en pie hasta nuestros días, permitiendo que
arqueólogos y excavadores pudieran rescatar del olvido la historia de Pompeya.
Un objetivo no muy alejado a lo
que pretendía Maben con su cinta. Durante años se ha intentado buscar una
metáfora, un rótulo, un eslogan que lograra desentrañar el laberinto sonoro de
Pink Floyd. Space-rock, rock progresivo, art-rock… La cuestión de las etiquetas
siempre trajo de cabeza a los miembros de la banda. La portada bovina de Atom
Heart Mother era un intento explícito del grupo por alejarse de la imaginería
psicodélica; y el tema principal de Meedle terminó titulándose Echoes en
detrimento de un Celestial Voices que, según el cuarteto, comulgaba
excesivamente con la crítica, empeñada en calificar su música como de rock
espacial.
Sin saberlo, Maben estaba
rompiendo con todos los esquemas previos al colocar a los cuatro músicos sobre
la arena de Pompeya. Su intención inicial era que el sonido de la banda
recuperara de alguna manera el paisaje de la ciudad. Si el resultado fue el
esperado es algo que habría que calibrar, no obstante, la apuesta del director
tenía ya de antemano un punto a su favor. Durante años se había visto a Pink
Floyd como una reliquia del Londres psicodélico. Con Live At Pompeii esta
percepción daba un giro de 180º. Cierto es que las ruinas de Pompeya no eran
más que eso: ruinas, reliquias, vestigios de otro tiempo. Sin embargo, el
simple hecho de romper el silencio que había reinado durante siglos sobre la
ladera del Vesubio ya tenía un punto provocador. Sólo una música como la de
Pink Floyd, que siempre buscó alzarse sobre las convenciones, que rompió con lo
preestablecido para convertirse en algo más que simple rock, podía cometer
semejante atrevimiento. ¿La música de los dioses? Sólo hay que ver la pirámide
que preside la portada de Dark Side Of The Moon para darse cuenta que la
ambición del cuarteto no albergaba límites.
Una perra llamada Nobs
Con la idea masticada, el equipo
se plantó en la ciudad italiana a principios del mes de Octubre. Maben había
previsto que serían suficientes seis días de grabación para finalizar la cinta.
Tras las dudas iniciales en torno a la película todo parecía ir viento en popa.
Tanto el grupo como el director parecían estar convencidos de que tenían entre
manos algo bueno. Incluso la reticencia de los Floyd a grabar en play-back
había resultado ser un acicate para Maben, que se vio obligado a realizar un
guion previo la noche anterior con objeto de establecer aquellos planos y
secuencias que iban mejor con cada canción. Sin embargo, hubo algo que el
director y su equipo no habían tenido en cuenta antes de llegar a Pompeya: las
exigencias logísticas de la banda.
Durante años el grupo inglés
había tenido que lidiar con aquellos que les acusaban de parapetarse tras su
equipo. Ver a los Floyd sobre un escenario era lo más similar a estar frente a
un auténtico laboratorio sonoro. Pianos, pedales de distorsión, sintetizadores
y hasta un gong eran el equipaje básico con el que viajaba el cuarteto cuando
salía de gira -para comprobar la extensión del ‘arsenal’ basta con echar un
vistazo a la contraportada de Ummagumma-. Algo que no sólo provocaba
dificultades de transporte, sino también en algo tan básico como la corriente
eléctrica. Aunque los montajes megalómanos de The Wall o Animals quedaban
todavía lejos, en 1971 la caravana Floyd se había convertido ya en algo similar
a viajar con un estudio a cuestas. Para más inri, el director de Live At
Pompeii había decidido grabar la cinta con las más avanzadas técnicas de
sonido, lo que equivalía a emplear una mesa de 24 pistas. El resultado de esta
apuesta fue que durante casi tres días la filmación tuvo que suspenderse hasta
que llegara la energía necesaria para poner en funcionamiento el equipo.
No fue el único problema al que
se tuvo que enfrentar Maben. Con los instrumentos sobre la arena a la espera
del camión eléctrico, el director decidió aprovechar para grabar algunas tomas
del volcán así como algunas secuencias de Waters, Gilmour, Mason y Wright
recorriendo el paraje italiano. De nuevo la mala suerte quiso que durante uno
de esos días se celebrara una romería en honor de la Vírgen María, lo que
impidió llevar a cabo la tarea durante varias horas. Tres jornadas después de
aterrizar en Pompeya el director apenas había filmado unos cuantos fotogramas
y, lo que es más importante, los Floyd todavía no habían podido entrar en
acción en el terreno que mejor controlaban: tocar su música. El proyecto
parecía condenado de nuevo al fracaso… Hasta que el 4 de Octubre las aguas
volvieron a su cauce. Los controles de la mesa de grabación empezaron a
funcionar en el anfiteatro. Al fin podía comenzar la filmación de Live At
Pompeii.
La idea de Maben era que la cinta
abriera y cerrara con material de Meedle, el último álbum del cuarteto. Además,
el set debía incluir también composiciones de su repertorio más antiguo. El
director tenía especial interés en captar Careful with That Axe, Eugente, una
de las primeras piezas que Pink Floyd compusieron tras la salida de Barrett y
canción fundamental en sus conciertos. Por desgracia la falta de tiempo impidió
registrar el tema en las sesiones en el anfiteatro romano, teniendo que
grabarse posteriormente en París. Una pena porque el ambiente mortuorio y
oscuro de la pieza encajaba a las mil maravillas con algunas de las esculturas
y tapices que colgaban del museo de Pompeya.
El que sí fue grabado de manera
íntegra en Pompeya fue Echoes, aunque, en esta ocasión, los Floyd decidieron
dividir la canción en dos partes, de tal manera que sirviera como apertura y
cierre de la película. Con ello lograban dar una cierta unidad a la cinta,
cerrando así el repaso a su temas más emblemáticos. A Saucerful Of Secrets, Set
The Controls For The Heart Of The Sun y One Of These Days -canción que abría
Meedle- conformaron el grueso del metraje. La sorpresa vendría con una pieza
que, según los títulos de crédito, llevaba por título Mademoiselle Nobs.
Considerado durante mucho tiempo como una rareza de la banda, en el fondo se
trata de una adaptación del tema que cerraba la primera cada de Meddle. Un
estandard de blues interpretado de manera convencional, sino fuera porque los
Floyd utilizaban como voz principal los aullidos de un perro llamado Seamus.
Editada como cara B del sencillo japonés de One Of These Days, el grupo decidió
recuperarla para Live At Pompeii, aunque añadiendo una voz femenina en las
labores caninas. Nobs, una perra de raza Borzoi, se convirtió de este modo en
inesperada invitada a la película.
Esto sería en París, durante las
sesiones adicionales que el equipo de la película se vio obligado a realizar.
Tras los seis días estipulados en Pompeya las cámaras sólo habían podido
registrar las dos partes de Echoes, A Saucerful Of Secrets y One Of These Days.
Un material demasiado escaso que no llegaba a las expectativas de metraje que
tenía previsto Maben para la película. De este modo, entre finales de 1971 y
comienzos de 1972, Pink Floyd y Maben concertaron una nueva reunión en un
estudio de París para finalizar la grabación de la película. Allí, sin las
limitaciones que implicaba la filmación en exteriores, el director decidió
aprovechar todas las posibilidades técnicas y musicales que implicaba tener a
los Floyd en un estudio. Así, además de grabar las tomas para Careful With That
Axe, Eugene y Set The Controls For The Heart Of The Sun, añadió secuencias
nuevas al resto de canciones a través del Transflex, una técnica revolucionaria
para la época que permitía proyectar imágenes y vídeos sobre un fondo mientras
la banda tocaba delante de la pantalla.
Visto con los ojos de un
espectador de 1971 el resultado de estas tomas añadidas debió ser espectacular.
Sin embargo, el paso del tiempo ha hecho que estos planos de estudio sean, sin
duda, los que peor hayan envejecido de la película. Frente a la luz y el sonido
lleno de eco y majestuosidad del anfiteatro, las grabaciones posteriores suenan
enlatadas y pobres. Algo que reiteran esas secuencias en el que Maben superpone
imágenes a la actuación de la banda. El propio director se percató del problema
en cuanto vio la prueba final de la cinta, aunque ya era demasiado tarde para
echarse atrás. No obstante, por una vez la suerte estuvo del lado de Maben y,
apenas unos meses después, el cineasta tuvo la oportunidad de enmendar su
error.
Dentro del laboratorio
Tras el éxito inicial de la
película, la productora había decidido lanzar una nueva versión de la cinta con
metraje inédito. Por desgracia todo lo grabado en Italia ya había sido volcado
en la filmación original, así que era necesario realizar nuevas tomas. Waters y
Maben pensaron que sería una buena idea acompañar a la banda durante el proceso
de gestación de su próximo disco. En Enero de 1973 Pink Floyd se encontraban en
los estudios Abbey Road grabando las últimas pistas de su próximo disco, una
pieza de 40 minutos que llevaría por nombre Dark Side Of The Moon. El disco
tardaría todavía dos meses en llegar a las tiendas, por lo que Maben todavía no
se imaginaba que se encontraba grabando las sesiones de un álbum que terminaría
alcanzado 17 años después el récord de semanas en la lista de ventas de
Billboard.
Lo que vemos aquí son imágenes de
los cuatro músicos en pleno proceso creativo, montando las últimas piezas de su
obra más redonda y aplaudida. Richard Wright interpretando el piano de Us &
Them. Roger Waters trasteando en el puzzle futurista de On The Run. David
Gilmour añadiendo las últimas guitarras a Brain Damage. Un documento histórico
que ha terminado convirtiéndose en paso obligado en todos y cada uno de los
documentales, películas y reportajes consagrados a la banda. También esas
entrevistas que Maben tuvo la oportunidad de realizar a los miembros de la
banda en los descansos de la grabación. Es aquí donde podemos ver a unos Pink
Floyd distendidos, lejos de esa imagen pretenciosa y arrogante que les acompañó
durante años. Exceptuando claro a un Waters que, ya en 1973, parecía querer dar
la nota dominante dentro del cuarteto. En cualquier caso, resulta revelador
comprobar como la banda, más allá de su posición como simples músicos de rock,
parecía tener perfectamente claro hacia dónde querían encaminar su carrera. Sin
paños calientes: su única intención cuando se embarcaron en el carrusel musical
fue ser ricos y famosos. Por eso, cuando a finales de los setenta comenzaron
las primera fricciones en el seno del cuarteto, a nadie sorprendió que la cosa
terminara en los tribunales. Pero eso es otra historia.
En 1973 Pink Floyd funcionaban como una perfecta máquina creativa. Una “democracia”, diría incluso alguno de ellos. Sin duda todos remaban en la misma dirección y sabían que tarde o temprano el éxito les sonreiría. Ya lo hemos dicho. Echoes fue el punto de inflexión, aunque tuvo que llegar Maben y su Live At Pompeii para confirmar el estado de gracia de la banda. Después de un lustro sobre las escenarios las piezas comenzaban a encajar.
En 1973 Pink Floyd funcionaban como una perfecta máquina creativa. Una “democracia”, diría incluso alguno de ellos. Sin duda todos remaban en la misma dirección y sabían que tarde o temprano el éxito les sonreiría. Ya lo hemos dicho. Echoes fue el punto de inflexión, aunque tuvo que llegar Maben y su Live At Pompeii para confirmar el estado de gracia de la banda. Después de un lustro sobre las escenarios las piezas comenzaban a encajar.
viernes, 3 de enero de 2014
Feliz navidad Jim.
Con el tiempo aprendes
Con el tiempo aprendes la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar un alma.Con el tiempo aprendes que el amor no significa apoyarse en alguien y que la compañía no significa seguridad.
Con el tiempo...empiezas a entender que los besos no son contratos, ni los regalos promesas.Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.Con el tiempo...te das cuenta que casarse solo porque "ya me urge" es una clara advertencia de que tu matrimonio será un fracaso.Con el tiempo comprendes que solo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estas al lado de esa persona solo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver averla.Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho másque cualquier cantidad de dinero.Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado solo de amistadesfalsas.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar essolo de almas grandes...Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona, es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o despreciosmultiplicados al cuadrado.
Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes.Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoraras terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres seramigo.... ante una tumba..., ya no tiene ningún sentido...
Pero des afortunadamente.... esto solo lo entendemos con el tiempo.Feliz navidad Jim.
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Wait !
Busco el sol que me lleve a la laguna, con un pasaje a la locura, busco el sol.
Busco el sol de nuevo aquí he incrustado en mí, acabando lentamente con mas historias, busco el sol.
Busco el sol que grite libertad, que exclame libertad que brille bajo el pasto, donde ahí estoy pensando, busco el sol.
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